Pizza Loft

Por: Gustavo Bonilla Caballero

Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que pizza lof no significa nada, pizza, la pizza seguirá siendo pizza, eso creo que nunca cambiará; lof, es una palabra que no significa nada, tal vez al igual que love. Cuando llegaron las nuevas tendencias de los sesenta yo ya era bastante maduro para andar experimentado cosas en las calles de Bogota, tenia veintisiete años, venia de una formación un poco lúgubre y gandulesca,   mas conocida en aquel tiempo como la vida lunfarda, fui de aquellos que soñaba con haber nacido en los cincuentas, es decir haber vivido la loca vida en aquella década.

Era una amante de jazz, Billie Holiday, Ela Fitzgerald, Louis Armstrong y en fin todo aquel vademecum de buenas tonadas y melancolía indómita, que me dominaba, me atraía, me apasionaba, no eran muchas las personas que disfrutaban de este genero, y menos eran las grabaciones que se podían conseguir, esto ultimo era un ritual total underground, único y restringido para aquellos que manejábamos las cuadras como si se tratase de timoneles de grandes Galeones del Olvido rumba a las costas de Jean Paúl Sartre.

Vestía un intrépido vestuario retador e imponente, con un blazer largo y unos pantalones bombachos en los muslos, y cerrados en la bota, zapatos de punta blanca corbata extra delgada y sombrero de medio lado, el toque de mística de mi indumentaria – la pintura celeste en los semblantes de los guerreros vikingos- disfrutaba de los cincuenta aunque cada vez ellos disfrutaban mas de mi, hasta que un día el sonido del swing se fue perdiendo en la inmensa bruma de un millar de ruidos urbanos que demandaban nuevos soles y nuevas lunas para inspirar a los Homeros del siglo veinte.

Uno no se da cuenta cuando lo actual deja de serlo, cuando uno pasa de moda y esta listo para ser subastado en el mercado de las pulgas de la vida social. Solamente sabes que tienes que hacer algo, debes actuar por instinto aunque no sabes por que. Tenia veintisiete años y las huellas de las lides de la vida se empezaban a insinuar en mi cara.

Un día me sentí deprimido, mi vida ya no era mi vida y cada vez valía menos, necesitaba una esencia, pero sabia que no la iba a encontrar en el futuro, igual ya no quería apelar al pasado, a aquel pasado que no viví pero que recree y que ahora me pasaba la factura de cobro. – quiero caminar- me dije, solo caminar y caminar.

Los conocí en un parque, era una Pléyade de jóvenes abismalmente distintos, cuando me acerque a ellos trate de despeinarme tal como los estaban ellos, gracias a Dios tenia barba, podía camuflarme entre ellos, eran los hippies, en aquel parque los conocía, no eran lunfardos como yo, por lo contrario eran muy amables, me sentí como un hombre de la montañas, tosco e ignorante, poco sofisticado – eso nunca me hubiese pasado en aquel bar donde iba a escuchar jazz, no entendía como lo que era elegante de un momento a otro ya no lo era, y lo peor…era tosco.

Reinaldo me dio la bienvenida a la comunidad pizza lof, me enseño cosas que para nada me interesaban, pero tenia que hacer el intento, fundir mi alma y convertirla en un engranaje de aquella maquina del amor y de la paz.

Compartí varios fines de semana con ellos, detestaba su música, las guitarras eléctricas y demás, sus bailes y sus atuendos, sin embargo al cabo de quince días vestía, bailaba y escuchaba su misma música, mi léxico también había cambiado, – zonas maestro le voy a pedir plata al fósil para la hierba.

Para mi el tema de la droga no era algo escandaloso, vi a Frank Sinatra en varias películas al borde de la muerte por sustancias ilegales, recuerdo tanto la película el hombre del brazo de oro donde Frank se pincho mas veces que el mismo Kurt Cobain, pero eso es algo que poca gente sabe, tal vez mis cincuentas no marcaron ningún precedente, fui viajero de una generación que feneció en el total anonimato.

En pizza lof pase mucho tiempo de mi vida, un día decidimos vender todas nuestras pertenencias y comprar una finca para vivir en contacto con la naturaleza y rodeados de amor, en repetidas ocasiones escuche a Reinaldo  hablar del amor sin fronteras y condiciones, sabia a lo que se refería, y sabia que íbamos a tener mucho sexo con las integrantes de pizza lof, sabia que por ningún motivo iba a renunciar a tan hermosa comunidad; así que vendimos todas nuestras propiedades -en verdad solo eran un par de enseres inservibles-  por fortuna el padre de Felipe Pretelt uno de nuestro compañeros tenia una finca a dos horas de Bogota, ahí nos fuimos a vivir, y a amarnos – cosa que me interesaba sobre manera-

No habían pasado dos semanas y ya había tenido relaciones sexuales con siete de las mujeres de pizza lof, me encantaba el concepto de la vida en el campo, no hacia nada en el día, solo criticaba a todas las personas y en la noche me acostaba con todas las mujeres que pudiera, antes de terminar el mes y por casualidad, tuve que compartir la cama con una mujer llamada Laurana o mejor dicho auto proclamada así.

Había apagado las luces de la habitación del amor, donde dormíamos todos, estaba listo para atacar a Laurana, yo era – y sigo siendo- muy genital así que no iba a perder tiempo en abrazos y besos, así era el amor fraternal, sin embargo, cuando estuve cerca de ella la mire a los ojos, eran preciosos, brillaban pese a la penumbra en la que nos encontrábamos, sentí deseos de abrazarla, y cuando lo hice me percate de que su cuerpo estaba muy calido, sentí una sensación de confort incomparable -el hijo prodigo después de mil años vuelve a casa-. No pude hacer el amor con ella, solo la abrace y la contemple toda la noche.

Al otro día temprano supe que me había enamorado de Laurana… decidí abandonar la comunidad, no podría concebir que otra persona la tocase, huí de allí, para jamás volver, axial fueron los sesenta para mi, una mezcla de inhibición y decepción, ingravidez y liberalidad… de nuevo no me di cuenta cuando se marcho el tren, ese mundo que nunca fue mi mundo también se marcho.

  • hijo mío, eso le paso a tu viejo, y ahora te pasa a ti, tu rock n roll ya no es admirado, ya esta en el anaquel de los olvidos, en aquel mercado de las pulgas donde alguna vez me exhibieron y me expusieron a la risa de miles de jóvenes que no sabían que en unos años nos veríamos en el mismo ropero, en el mismo teatrito, en el mausoleo de la desenfrenada juventud.
  • hijo solo te puedo dar un consejo, haz lo que hizo tu padre, no sea un fugitivo de tiempo, no dejes que te petrifiquen y te vendan para construir un edificio de oficinas de un fondo de pensiones, hijo mío camúflate, vive la vida y añora tu pasado pero no vayas en contra de la corriente.

Si tu padre tuvo sexo en la juventud fue gracias al disfraz de camaleón, nunca lo olvides hijo; pizza lof.

Peace and love Para todos…