El Arte de Fracasar

“Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro”

Y en los libros no soy todo lo que pongo, ni todo lo que escribo. Y sí, son diferentes, porque no siempre ponemos todo aquello que escribimos, ni escribimos todo aquello que decimos. Pasa lo mismo que en la vida, nos enfocamos más en los créditos que en la historia, más en los títulos que en el dolor, más en las victorias que en el camino donde las construimos. Y yo sí que he fracasado en el intento de lograrlo; el espinado camino del aspirante, el gimnasio del alma. Ese largo y torrentoso trayecto donde nos caemos una y otra vez persiguiendo nuestros sueños.

Son esas caídas las que dejamos a un lado, las noches sin techo, el hambre en la mañana y antes de dormir. ¿Es un arte fracasar? Las victorias se construyen en una cadena de fracasos y dolorosas experiencias. Experiencia, eso es. Pero tantas veces la negamos que nuestros logros parecen sacados de una obra de arte y no producto de nuestro sacrificio y dolor.

Yo he sido un poco de todo: vendedora, limpiadora, editora, poeta, chofer, gerente,  “dishwasher”, ejecutiva y vigilante. Deportista, escritor, mesera, cocinera, corista, negociante independiente, fotógrafa, cajera y supervisor. Un poco de todo y aunque suene un poco tonto, persistente hasta el final. No quiero ser los títulos que tengo ni los nombres que me dan, no quiero bajo mi nombre sólo el sabor de las victorias sino todo lo demás.

No soy ni la diva que imaginan mis amigos, ni la escritora que creen los demás. No soy la empresaria aventurada ni la loca insensata. Para mí lo más difícil ha sido decirle que no a todas esas cosas que me procurarían mucha más comodidad pero menos aventura. Y todas esas cosas buenas no hacían más que sacarme del camino que yo verdaderamente quería seguir: el camino del arte, del artista.

Luego me llené de fracasos, de trabajos temporales y cuentas por pagar. Me llené de carencias y la nevera de mi casa adquirió look de fuente de pueblo; luz y agua; nada más.  Y fue cuando comenzaron de nuevo las victorias, las que eran mías de verdad. Cada publicación, cada poema declamado, cada carta recibida y cada sueño al alcance de las manos. Y fue bajo “el arte del fracaso” que todos aquellos que me rodeaban vieron la construcción inmaculada de mis sueños.

Fracasé tantas veces como quise, fracasé según la tabla de éxitos de la sociedad que día tras día trató de consumirme, fracasé en los ojos de los que nunca entendieron, fracasé para aquellos que nunca aceptaron la fuerza interna que me llevó a pasar de largo ante todas las “oportunidades” que me brindó el destino. Fracasé en lo que la gente quería para mi, fracasé en todo aquello que nunca me importó.

Y con base en esos fracasos construí el camino, ese camino que no estaba hecho, en el que nadie creía; nadie sino yo. Y la felicidad vino con el tiempo aunque nunca nadie lo entendiera. Es el Arte del Fracaso, el camino áspero y doloroso del artista. Ese largo y torrentoso trayecto donde nos caemos una y otra vez persiguiendo nuestros sueños.

Sahagún, Córdoba. Enero 10, 2010