Dayana Grajales

Por: Ana María Lenis Restrepo

Cuando conocí a Dayana Grajales supe que era un ser atormentado por las palabras, perseguido por la sensibilidad para expresarse, agobiada por la figura para darle forma a las letras que mostraran la transparencia de sus emociones, de sus vivencia. Y es que escribir es un viaje, pero no un viaje maravilloso como todos piensan, es como un infierno que agobia, es tu vida y la de los demás pidiendo ser expresada; rogando por convertirse en letras y eso, justo eso, es lo que sabe hacer Dayana, sabe convertirnos a todos en letras, expresarnos en palabras, recrearnos en frases, reinventarnos en poemas, describirnos en párrafos. Las letras de Dayana Grajales son una mezcla infinita de sensibilidad y tacto, de honestidad y crudeza que me ha hecho seguirla paso a paso en cada uno de sus escritos.

En ocasiones, cuando leo a Dayana, siento que estoy leyendo mis emociones convertidas en palabras; ella tiene esa capacidad, esa sensibilidad. Desde que leí sus primeros poemas me enamoré de ellos, sentí como si pudiera resaltaran apartes de mi vida; amé cada recorrido de sus palabras al encontrarme en ellas. Sentirse identificado en palabras escritas por otros, con otro fin, termina siempre por darle sentido a la vida. He amado cada palabra y tengo como hábito el leerlas y releerlas, pues no siempre hablan de lo mismo, los escritos de Dayana tienen esa versatilidad; logran cambiar con los momentos.

La vida del escritor es un viaje constante al interior de sí mismo y de aquellos que lo rodean, es lograr el equilibrio exacto entre su ser interior y el mundo exterior. Esa sensación de equilibrio ha sido para mí transmisora de paz, una paz que siento cuando me busco y me encuentro en cada palabra escrita por Dayana Grajales.

Sin voz y sin vos

(Dayana Grajales)

 Sin más ojos que me entiendan

Sin más frases ni poemas

Sin ideas fijas

Sin amada, ni amante, ni amansadora, ni amarradero ni ambición.

Sin nada entre mis manos

No osadas hormonas frustrando mi espacio tranquilo

Sin una puta disfrazada de diosa concediendo deseos.

Sin más consuelo que las caricias de una canción

Sin depredadora que haga con mi carne un buffet

Sin un discurso hostigante en los labios de una mujer cabreada.

Sin deseo agarrado de mi vientre

Ni fuego que queme mi soledad, ni besos de cabello largo.

Sin tiempo para que me entiendas

Sin teléfono para pedir perdón

Sin suerte, sin resaca, sin vergüenza,

Sin doncellas caminando a mi lado

Sin ella coronada de milagro

Sin mi “queriéndote”

Sin pecados asesinando mi ebria conciencia

Sin nada que justifique estas ojeras

Sin gritos castigando mis nocturnas frustraciones

Ni traidoras cubriendo este exilio

Sin nada

Sin mí

Sin vos.

*********

La Toqué Tanta Veces

(Dayana Grajales)

La toqué tantas veces,

La busqué, la sentí, la viví,

La seduje, la cortejé, la amé con cada parte de mi cuerpo,

Con cada célula, con tantas ganas, con tanta fe.

La  rocé tantas veces,

Me miraba como si en mis ojos viera el infinito.

Me besaba como si mis labios fueran a abandonarla,

Me abrazaba sin ganas de soltarme.

Anoche me amó como cada noche,

Me quedé dormida en sus brazos,

Con el sabor de sus pezones en mi boca,

Con su cadera apretando mi vientre.

Está mañana desperté;

Sentí que la amaba, como siempre,

En silencio y soledad absoluta,

Enredada entre  sabanas frías, suspiros

Y con mi mano,  y haciendo las veces de vos.

*********

Polvo contra polvo.

(Dayana Grajales)

 En uno se sopla, en otro se moja.

En uno se sufre, en otro se gimotea.

En uno culminas, en otro acabas.

En uno te vas, en otro te vienes.

En uno concluyes, en otro terminas.

En uno te alejas, en otro te acercas.

En uno es eterno, en otro de segundos.

En uno te entierran, en otro te penetran.

En uno te eternizas, en otro te olvidan.

En uno se llora, en otro se goza.

En uno se incinera, en otro se suda.

En uno da crisis, en otro da espasmos.

En uno,  el polvo que seremos,

En otro, el polvo que somos.