No tengo novi@, con eso probablemente tendría asegurado encuentros sexuales durante mi viaje, de resto siempre he preferido poder ser dueño de mi tiempo, de mi plata, de los lugares a los que quiero ir, de los restaurantes en que quiero comer, de los bares y discotecas en las que quiero rumbiar. No siempre fue así alguna vez viajé con amigos extremadamente cultos que desde las 6 de la mañana ya querían estar visitando un museo, otras con gente que le parecía las 12 del medio día una hora excelente para despertarse en una ciudad en la que uno no volvería en años y que sólo tendría tres días para “descubrir”. Para no ir más lejos la última vez que viajé acompañado terminé pagándole el viaje a mi compañera 18 de los 20 días que viajamos, no la ahorqué por humanidad (aclaro en honor a la verdad, que la persona me pagó todo cuando regresó).
Cuando uno toma la decisión de irse por su cuenta la pregunta que no falta es: “ ¿Se va ir sólo? Mucho loco…” A veces me pregunto si la gente ignora (me incluyo) que nunca, jamás, uno está sólo. Tenemos la tendencia egocéntrica de pensar que si vamos a otro país, somos un extraterrestre, el único turista que va a ese lugar, que somos tan especiales que apenas toquemos suelo extranjero todas las miradas se tornaran hacia nosotros, mentira. No somos más que el millar de turistas que decidimos ir al mismo sitio en éste mundo cada vez más globalizado, en donde en situaciones normales, podemos revisar facebook, hablamos en inglés, y algo clave, la gente ayuda a la gente, por lo menos los países que he visitado.
Desde que nos montamos en el avión comercial (a menos de que vayamos en jet privado) tenemos contacto con la gente, quizá el único momento es cuando cogemos el bus o el taxi que nos llevan a nuestro hotel en que sentimos que somos un extranjero llegando a el nuevo mundo.
Acto seguido una vez hecho el respectivo check-in en el hostal viene la compartida del cuarto , por simple supervivencia humana uno saluda a sus compañeros de cuarto, una manera de romper el hielo para saber que si l@ violan, l@ roban o l@ matan al menos sabe el nombre de la persona que lo hizo, su nacionalidad, y cuántos días se quedaba, y aunque la pregunta siempre es de cajón, ¿Qué l@ trae por acá? y la respuesta suele ser también obvia “paseando”, no me cabe la menor duda de que vienen a lo mismo que uno “Pasarla bueno, have fun, bien s’amuser” de modo que no se necesita ser el más popular para tener parche asegurado viajando solo . Situación muy contraria sería si viaja con alguien ya que la mayoría de veces uno de los compañeros de viaje es antisocial, y que más remedio le queda a uno si vino con la persona, quedarse con ella, no la puede dejar tirada, aunque ganas no le falten. Si tiene éste tipo de amigos no los lleve de viaje, más bien a su regreso a su cotidianidad cuénteles como la pasó de bueno, pero no se haga el mal de pagar un montón de plata para convertirse en el sicólogo de su amigo antisocial.
Otra discusión que no falta al viajar acompañado es donde comer, quien tiene más plata, quien tiene menos para comer, quien quiera gastar más, quien quiere gastar menos, por lo general termina uno comiendo en un restaurante intermedio que no termina convenciendo ni al uno ni al otro en relación precio-calidad. Con el hambre no se juega en últimas acompañe a su amigo a comer a un restaurante y después no se prive del gusto de meterse su buena comida, no hay nada peor que comer mal en un viaje.
Quizá el punto más jarto de un viaje es el de la plata, frases del tipo “Uy yo traje poquita plata, a mi no me alcanza, es muy caro, a menos de que ud me preste y yo le pago” Después viene el parto de cobrar en donde el malo del paseo termina volviéndose el que prestó. Son matemáticas básicas, o se tiene plata para viajar o no se tiene. Otra cosa es que uno advierta antes que es un varado recostado y ahí la persona verá si se deja marranear o se va sola como yo. Para la gente recostada, sino tiene plata quédese en su casa, ya vendrá el momento de viajar pero no se le tire el paseo a gente que planea con anticipación su viaje.
Otro punto irritante y típico de la idiocincracia colombiana es convertir por dos semanas a Colombia en el país perfecto. Aquí tenemos al compañero de viaje que tiende a comparar todo con su país de origen (la gente, la comida) hasta el punto de idealizar un país al que regresaran en dos semanas. Por ejemplo si están en Brasil decir: “el camino entre Rio de Janeiro y Sao Paulo es como Bogotá-Girardot pero sin curvas y con mar”. “Ya me hace falta Colombia” .“Es que si en Colombia no hubiera guerrilla, corrupción, mojigatería sería perfecta”.
Estoy convencido que viajar sólo es la menor experiencia, conocer gente sin depender del humor y las habilidades sociales del compañero de viaje, es retarse a uno mismo, conocerse más. Quizá lo único que lamento de viajar sólo es a la hora de tomar fotos tener que dispararlas con la mano estirada.