Legalización

En días recientes la ciudad de Montería se vio conmocionada por el asesinato del respetado odontólogo Juan Carlos Pérez. Este doloroso crimen fue perpetrado por una banda narcotraficante a la que le incomodaba que el querido odontólogo fuera propietario de una finca localizada en una zona de su influencia.

Día a día Colombia es desangrada por la guerra de las drogas. En unos casos, las víctimas son personas íntegras, trabajadoras, como el odontólogo Pérez. En otros casos, los caídos son los mismos hombres de la guerra. Así llevamos cuatro décadas sufriendo un negocio maldito que lo único que le ha dejado al país es muerte y pobreza.

La bella y pujante Colombia que hoy vivimos ha sido construida con el trabajo honesto de su gente. Los colombianos han hecho y siguen haciendo un esfuerzo enorme para generar progreso en medio del desastre generado por el narcotráfico y sus grupos terroristas. Tal es el sacrificio del país en la lucha contra las drogas, que en ésta gasta gran parte de su presupuesto. ¿Hasta cuándo seguiremos cargando esta pesada cruz?

La experiencia muestra que mientras la demanda de drogas ilícitas esté dispuesta a pagar lo que sea por el producto, lo único que logra la represión es fortalecer el negocio al hacerlo más lucrativo. Esto, sumado a que los países que presentan el mayor consumo de drogas ilícitas, que son algunos de los más poderosos del planeta, poco han logrado a la hora de reducir la demanda, hace que sea necesario revaluar la  política de prohibición respecto a las drogas.

Intelectuales y líderes latinoamericanos, como Carlos Fuentes, han manifestado en los últimos días su posición a favor de la legalización de las drogas, dado que la prohibición no ha podido, si quiera, debilitar al narcotráfico, y por el contrario, si ha producido terribles consecuencias sociales y medioambientales a los países productores, como Colombia, Marruecos o Afganistán. Estas opiniones generan un envión favorable hacía la legalización que debe ser aprovechado, principalmente por países como los antes mencionados, para llevar el tema a escenarios multilaterales como el de las Naciones Unidas, esperando que mediante un consenso mundial se puedan encontrar soluciones alternativas a una problemática que no halló la salida en el uso de la fuerza.

La legalización del alcohol en los Estados Unidos acabó con la violencia que la prohibición generaba. ¿Por qué no probar lo mismo con las drogas?¿Por qué no cambiar la prohibición por la prevención a través de la educación?¿Por qué no tratar la drogadicción como un tema de salud pública?¿Por qué no acabar con una guerra que diariamente ocasiona la perdida irreparable de vidas  humanas?.