Desde finales de los años 80, cuando el pintor colombiano Mario Vélez estaba a dos años de graduarse de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, se reveló su clara tendencia en el uso de formas, la cual permite identificarlo fácilmente, aún hoy. Líneas, trazos que anuncian un plano técnico sin llegar a tal, que siempre logran una descontextualización buscada en cada composición, son parte de su sello personal.
Sus últimas piezas actualmente en exhibición en Miami, San Francisco y Nueva York, conservan la fuerza original de sus comienzos, y que, para quienes han vivido su trayectoria desde cercanas barreras, son fieles a su simbolismo y a la incorporación de suaves referencias visuales al momento de representar.
La narrativa visual, que no es otra que la vida de cada artista, es en Mario Vélez una aproximación a sus visiones de sí mismo, su manera de llevar la verdad idealizada, y plasmada sin reproches de manera limpia y quirúrgica, sin recelo, sin vergüenza, y sin dimitir su potencial acidez a benévola dulzura.
Su carrera ha fluido hacia las vertientes más amplias del mercado del arte en Latinoamérica, como lo es México, pero sus saltos geográficos no son azar o suerte en su carta de presentación; por el contrario, su muy estudiado récord de exhibiciones incluyen Japón, Austria, Alemania e Italia, tanto en exposiciones conjuntas como individuales.
Sus obras requieren pausa en su apreciación por su grado de intrincada intimidad. Nunca exhiben lucha o debate con violencia; sino que ofrecen la comodidad del balance y la diplomacia de su bien articulada crítica visual.
El optimismo ha surgido en algunas de sus últimas series, que han traído una paleta luminosa, la cual ha liberado su obra y parece traer una conciencia más profunda de lo que el espectador puede conceptualizar a partir de ella, sin sacrificar su versión.
Mario Vélez acumula una trayectoria que ennoblece la fuerza de Latinoamérica en ligas que pierden la necesidad de referencia geográfica, y que adquieren un carácter simplemente épico en su logro. Su evolución como artista asimilado por sus fieles galeristas ratifica su vigencia atemporal y perenne.
Sus logros profesionales incluyen un libro publicado en el que se incluye una de sus series pictóricas.