Adriana Rivera

“A mí el arte me da la oportunidad de moverle el piso a las personas”

La artista Adriana Rivera lleva el gusto por la creación en la sangre. Desde pequeña, su madre, quien comparte su profesión, la enseñaba y divertía valiéndose de diferentes materiales de arte. En medio de los lápices de colores, arcilla y papel, la pintora chilena desarrolló un gusto que se convertiría en su carrera y en su vida desde que decidió estudiar Arte en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

En un mundo que ella percibe como rápido y estereotipado, el arte se le presenta como una herramienta de comunicación que, para ella, posee mayor libertad que muchos de los otros medios y le da la oportunidad de “moverle el piso a las personas”.

Así, por medio de sus pinturas, las cuales generalmente son hechas con acrílico sobre madera, papel o tela; busca generar una reacción en las personas, que las lleve a detenerse por un momento en medio del ritmo acelerado para poder procesar los pensamientos o sentir las emociones originadas a raíz de ésta.

Sus obras son fundamentalmente de carácter expresionista. Se transmite a través de ellas una reflexión sobre las reinvenciones que la gente hace de sí misma, desfigurando y escondiendo su carácter puro. También se puede sentir, al observar sus piezas, una crítica a los modelos que los medios de comunicación masivos imponen, los que debemos alcanzar aunque sea imposible; uniéndose esta idea a la de la deformación de nuestro propio ser.

A pesar de que muchos creen que Banksy, el artista inglés del graffiti por excelencia, se ha ‘vendido’ y ha traicionado lo que inicialmente representaba; Rivera lo admira, porque como ella misma lo explica, él “llevó el arte a las calles, de una manera simple y directa, tocando al público en general en su día a día”. Adriana piensa que, en el mundo artístico actual, en donde los artistas parecen olvidar que su arte es para la gente, creando piezas dirigidas a críticos y círculos cerrados, el británico experto en el uso del esténcil supo cómo y a quién dirigir el arte, marcando un cambio y mostrando una nueva alternativa.

Es así como esta chilena expresionista ha seguido en cu carrera una línea de acción similar a la de llevar las creaciones artísticas a las personas. Durante los 4 años que vivió en Londres, antes de regresar a su país natal en septiembre de 2009, trabajó en las galerías White Cube y Whitechapel. En esta última participó en The Street Project – El proyecto de la calle -, una iniciativa que buscaba acercar el arte a la comunidad del área en donde se encuentra ubicada la galería.

Con esto en mente, Adriana realizó diversas intervenciones en las calles londinenses con las que trataba, por medio de pinturas del primer plano de caras grotescas y agresivas, cuestionar el prototipo que propone la publicidad de mujeres hermosas y perfectas. También participó en The wall between us – La muralla entre nosotros -, un proyecto que exploró la relación que se tiene con los vecinos en las ciudades de hoy en día.

Queda claro cómo su arte quiere ir más allá de su propio ser artístico; buscando acercarse a la gente, mezclarse con ella y tener una respuesta basada en sus reacciones.

Las obras de Adriana son ella misma al descubierto, con su esencia acentuada; su referente a la hora de crear es ella misma. La búsqueda del tema comienza al mismo tiempo que empieza a pintar. La pieza va tomando forma poco a poco, a veces sorprendiéndola, hasta que conecta y llega a un fin, el que ella muchas veces piensa es inacabado.

Quizá por esto retoma temas pasados y los contextualiza en el momento, buscando nuevos ángulos, nuevos aspectos de su obra y también de su vida, logrando el efecto del que tanto disfruta: detener a las personas frente a su arte y hacerlas reflexionar.