“El arte refleja la vida, eso es lo que el arte siempre ha sido”.
Carlos Martyn Burgos habla con voz pausada mientras ve a los ojos con la mirada segura del que piensa mucho, con calma, y dice poco. Sus obras evidencian un trabajo hecho a conciencia, con todo el perfeccionismo que el pintor anglo-salvadoreño busca alcanzar. Cada línea de dibujo limpia que bordea las figuras, cada sombra y cada color que las llena de vida evidencian la presencia de un concepto trabajado con meticulosidad. Estos elementos llevados al lienzo, en conjunto, cuentan una historia, despiertan una reflexión.
Sus cuadros nacen de las palabras, oídas o escritas, de la literatura, de las canciones, de las frases que utiliza la gente en el día a día. Algo que lo remite a un tema le llama la atención y de ahí se generan las imágenes con las que empieza a jugar en su cabeza y a completar con investigación, hasta que ya tiene una idea de lo que va a crear.
Le importa mucho comunicar algo con sus pinturas y busca encontrar un tratamiento de los contenidos que permita que la gente se vea reflejada en ellos, que conecte con la emoción que él dejó dentro del marco, la misma que, aunque también producto de su vida, es ajena a la historia personal que pudo haberla causado, con lo que logra una mayor identificación por parte del observador.
El paso a seguir es el desarrollo del trabajo técnico, qué tipo de composición usar, colores, posiciones. En medio de este proceso, Carlos pone mucha atención en si su trabajo visual sí está transmitiendo aquello que quería, y va ajustando los elementos para no desviarse de lo que busca expresar. Su interés es la gente, lo que piensa, lo que siente. Quiere darles un espacio a las personas para que se encuentren en su arte, y quizá no se sientan tan solos.
Los ‘comics’ han sido una influencia para su forma de pintar. Le gusta Van Gogh, pero más que su estilo, sus intenciones, sus opiniones, cómo él veía la vida. El movimiento del Expresionismo le impactó cuando era un adolescente, y entonces dirigió su arte a la búsqueda de la expresión de las emociones. Miguel Ángel y las técnicas del Renacimiento para pintar el cuerpo humano son parte fundamental de su formación artística. Frank Frazzeta y Boris Vallejo, artistas de ciencia ficción, son otros de los creadores de los que es consciente han jugado un papel importante en su aprendizaje.
Aunque se aburre con sus propios cuadros apenas tiene una nueva idea que le parece mejor, ‘La caja de Pandora’ ha logrado ser la única pintura favorita de su autoría. El trabajo que realizó para llevarla a cabo, fue un desafío. Pintado en madera y valiéndose sólo de dibujos de manos y citas extraídas de libros o de la boca de distintos individuos, logra transmitir lo que aquellos problemas -que la pequeña curiosa dejó escapar por el mundo- causan en las personas; encontrando la única solución en el otro.
“Para mí el arte refleja la vida, eso es lo que el arte siempre ha sido, desde que pintaban en las cuevas”, comenta Carlos. Es evidente que la temática principal de su obra es la gente y sus sentimientos; su interacción con el diario vivir, con los otros, con la ciudad; y lo que todo esto genera. Es fácil encontrarse a uno mismo frente a uno de sus cuadros como si fuera un espejo que te habla de lo que llevas adentro y, enfrentándote a eso, te obliga a pensar, a estudiarte, a reflexionar.